lunes, 4 de agosto de 2014

Autoconfianza.



Como muchos otros conceptos dentro de la psicología, se han realizado diversas aportaciones para poder definir el concepto. Buceta (2004), considera que “es un estado interno que implica un conocimiento real de la dificultad del objetivo, de los recursos propios que uno puede utilizar para conseguirlo y en función de todo ello, las posibilidades realistas que uno tiene de lograrlo”.

De modo que el deportista que la posee conoce aproximadamente sus posibilidades reales y dificultades que le facilitarán o impedirán conseguir determinado objetivo, pero además, sabrá cuáles son las conductas propias que debe de emplear para que las posibilidades favorables existan y en caso contrario la forma de neutralizar las dificultades (Buceta, 2004).

Por otra parte Vealey (2001 citado en Weinberg y Gould, 2007), concluye que la autoconfianza es “la creencia o el grado de seguridad que poseen los individuos sobre su capacidad para ser exitosos en el deporte”.

En la teoría cognitiva-social de Bandura, se propone a la autoconfianza como generadora de autoeficacia. Esta última se define como “la creencia en la propia habilidad para organizar y ejecutar los cursos de acción necesarios para obtener determinados logros” (Cox, 2007).

Bandura (1986 citado en Borkow, 1995), también comenta que  la autoeficacia puede verse como el modo en el que la gente juzga sus capacidades para organizar y ejecutar series de acción que requieren el desempeño de ciertos tipos de actividad.

¿Por qué  razones es importante esta variable en el deporte?

Buceta (2004) ha manifestado la importancia de desarrollar la autoconfianza en los deportistas, principalmente en jóvenes. Comenta que es importante fortalecer su proceso formativo en dos aspectos:

1. Como deportistas. Debido a que la autoconfianza es la clave para que progresen, sean capaces de afrontar satisfactoriamente las situaciones más difíciles de las competiciones y sigan trabajando con la ilusión de alcanzar metas ambiciosas.

2. Como personas. Debido a que confiar en uno mismo ayuda a afrontar las demandas de la vida y contribuye a mejorar el autoconcepto y la autoestima.

En cuanto a otras perspectivas, se encontró que existe una relación positiva entre niveles altos de autoconfianza y el éxito en el desempeño deportivo. Por ejemplo, Gould, Greenleaf, Lauer y Chung (1999) hallaron que la confianza (eficacia) se encuentra entre los factores principales que influenciaron el desempeño durante los juegos olímpicos de Nagano. En este estudio, se entrevistaron a 63 de los máximos exponentes de un amplio rango de deportes, de los cuales el 93% manifestó que tuvieron un gran nivel de autoconfianza (Weinberg y Gould, 2007).

En otras publicaciones, además se manifiesta el énfasis en la importancia de tener un buen grado de autoconfianza como habilidad psicológica, la cual se vuelve determinante de la personalidad del individuo a fines de optimizar el rendimiento. Por ejemplo, Estanqueiro (2006), menciona además que la autoconfianza es una señal de autoestima y base de la motivación. Es por tanto, una actitud que ejerce una influencia positiva en el desarrollo personal y en relación con los otros.

Este autor también considera que una persona con autoconfianza aprende a ver los problemas como desafíos y persiste a pesar de los obstáculos, sabiendo que así podrá alcanzar sus objetivos.

Buceta (2004), comenta que un buen manejo de la práctica deportiva puede favorecer que los deportistas confíen en sus recursos para afrontar las demandas de los entrenamientos y las competiciones.

La autoconfianza se caracteriza por una alta expectativa de éxito. Puede ayudar a los individuos a activar emociones positivas, estados mentales como el optimismo, y así facilitar la concentración, establecer metas adecuadas, aumentar el esfuerzo, focalizar sus estrategias de juego y mantener el momento. En esencia la confianza puede influenciar las emociones, la conducta y las cogniciones (Weinberg y Gould, 2007).

Tipos de autoconfianza.

La investigación de Vealey y Knight (2001, citado en Weinberg y Gould, 2007), ha revelado que como muchos otros constructos de la personalidad normal, la autoconfianza puede ser multidimensional y consiste en varios aspectos: “confianza con respecto a la capacidad física, las habilidades psicológicas y perceptivas, adaptabilidad, condición física y nivel de entrenamiento, aprendizaje potencial y toma de decisiones”.

Siguiendo la línea de multidimensionalidad de la autoconfianza, se puede hablar por tanto de una autoconfianza específica respecto a situaciones concretas y de una autoconfianza más general o global, que indicaría el nivel de confianza en los propios recursos ante cualquier situación conocida o novedosa (Buceta, 2004).

Cox (2007) ha propuesto una idea similar a la anterior. Manifiesta que la autoconfianza general, es un rasgo o una disposición de la personalidad la cual facilita la vida cotidiana, mientras que la autoconfianza especifica se refiere a la confianza que se tiene el sujeto para creer que podrá realizar con eficacia el movimiento o la acción requerida.

Siguiendo esta línea de pensamiento, Weinberg y Gould (2007), mencionan que en esencia la autoconfianza podría ser algo que se siente hoy y por tanto ser inestable, lo que hablaría de un “estado de autoconfianza”, o podría ser parte de la persona y ser muy estable, lo que hablaría de una “característica de rasgo de autoconfianza” (Weinberg y Gould, 2007).

Weinberg y Gould (2007) comentan que específicamente parece haber varios tipos de autoconfianza dentro del deporte:

Falsa autoconfianza.

Se debe tener en cuenta este factor, porque en ocasiones los deportistas parecen muy seguros y confiados en sí mismos, pero en realidad, enmascaran un problema que posiblemente perjudique su funcionamiento.

Así podemos encontrar que cuando las manifestaciones son rígidas y excesivamente optimistas en función de la realidad de los hechos, existe una disposición mínima a contemplar otras alternativas y el deportista evita analizar posibles dificultades, es muy probable que se esté tratando con una autoconfianza falsa. 

jueves, 24 de julio de 2014

Ansiedad.

Ansiedad.


Lazarus (2000), ha definido a la ansiedad como “el hecho de enfrentarse a una amenaza existencial incierta, la cual ocurre luego de una evaluación de los recursos con los que se cuenta para enfrentarla”. Este autor cree que esta emoción, tiene un impacto considerable en el desempeño del deportista, ya que emerge al enfrentarse a una amenaza incierta como una competencia, donde se hace una evaluación de los recursos propios para enfrentarla.

Por ejemplo, el deportista enfrenta amenazas objetivas (externas del ambiente competitivo) y subjetivas (basadas en sus creencias, interpretaciones y atribuciones sobre la situación). En el baloncesto una amenaza objetiva podría ser la cancha donde se juega ya que se puede encontrar en malas condiciones, el aro puede ser de metal y dificultar el rebote del balón, o puede estar muy separado del tablero y por tanto obstaculizar que el balón entre. Mientras que una amenaza subjetiva, podría ser la creencia de que el rival es más fuerte, con mejor físico y por lo tanto les ganarán, o el pensamiento de que el árbitro es injusto con el equipo propio y beneficia al equipo contrario, etc.

Ellis (2001), uno de los autores que más se ha dedicado al estudio de la ansiedad, ha mencionado que esta es un conjunto de sensaciones molestas y de tendencias a la acción que permiten darse cuenta de sucesos que van contra los propios deseos, por lo que generan un aviso de que se tiene que llevar a cabo una acción al respecto.

Plantea además que la ansiedad en niveles moderados no es mala, pues ayuda al organismo a la activación y así percatarse de situaciones de riesgo. El mismo autor aclara que la ansiedad surge cuando algo es inesperado, va mal en la vida o advierte un miedo sensato, así como que  la activación asociada a la ansiedad, advierte sobre aquellos acontecimientos que pueden ocurrir y llevar a un posible daño, al mostrar la forma para prepararnos físicamente.

Comenta que existen diversos tipos y niveles de la ansiedad, algunos sanos y otros malsanos o autodestructivos. Así ha considerado a la inquietud, vigilancia y/ o preocupación como componentes sanos de la ansiedad, pero al pánico agudo, terror, horror, fobias, temblores, estados de shock y entumecimiento como componentes malsanos de esta (Ellis, 2001).

La ansiedad sana, otorga al individuo el control de las propias emociones y ayuda a manejar situaciones difíciles o peligrosas de forma eficiente, sin embargo, la ansiedad malsana hace que el individuo pierda el control y consecuentemente afronte mal los riesgos y problemas con los que se enfrenta (Ellis, 2001). Por ejemplo, la ansiedad sana podría observarse en propiciar un estado de alerta del individuo con el cual pueda estar pendiente y atento de lo que tiene que realizar en la competición. Por otro lado, un estado malsano podría desequilibrar el organismo del individuo, de modo que le suden excesivamente las manos, comience a tener pensamientos disfuncionales y no sepa lo que tiene que hacer dentro de la competición o cómo hacerlo. Entonces, su atención se estaría volcando más a lo que está sintiendo en su cuerpo y lo que piensa, que a la competición en sí misma y como desempeñarse en ella.

Sumado a estas definiciones, podemos resaltar la multidimensionalidad de la ansiedad, ya que se considera, existen 4 componentes de importancia en este constructo: de rasgo, de estado, cognitivo y somático (Cox, 2007).

Ansiedad rasgo.

El componente de rasgo, se puede visualizar como una disposición de la personalidad, es decir, como la predisposición de percibir algunas situaciones como peligrosas (Cox, 2007). Por otro lado, para Carrasco et al, dice que la ansiedad rasgo es una disposición conductual adquirida que influye en la conducta y es relativamente estable (Roffé, 2003).

Ansiedad Estado.

Surge como una respuesta emocional inmediata y especifica ante la evaluación de una situación, se considera parte de  una emoción súbita que se caracteriza por pensamientos, conductas y sensaciones corporales, asociadas a sentimientos tales como la aprensión, el miedo, la tensión y el aumento en la activación fisiológica (Cox, 2007). A lo que Roffé (2003),  agrega que la ansiedad estado se caracteriza por sensaciones subjetivas conscientemente percibidas del sistema nervioso autónomo, que pueden variar con el tiempo y fluctuar en intensidad.

Diversos estudios han puesto de manifiesto la importancia del control de esta variable en el ámbito deportivo, así se demuestra que aunque la ansiedad rasgo no sea tan común en los deportistas, la ansiedad estado aumenta gradualmente conforme se acerca el periodo de competición (Guillen y Sánchez, 2003).

Ansiedad cognitiva.

Se trata de una actividad mental, causada por una evaluación interna de la situación y de los recursos para enfrentarla, por lo que algunas perspectivas consideran que este es el primer factor a atender ya que, un pensamiento sesgado genera en un futuro las demás manifestaciones de ansiedad.

Endler (1978 citado por Cox, 2007) considera cinco factores que conducen a esta:
1. Miedo al fracaso en el desempeño.
2. Miedo a la evaluación social negativa.
3. Miedo al daño físico.
4. Ambigüedad de la situación.
5. Interrupción de una rutina aprendida.

Marchan Morris y Anderson (1998 citado por Cox, 2007), añaden un elemento más a la lista:
6. Importancia percibida de una competencia.

Al revisar estos factores de la ansiedad,  queda clara la importancia de componentes cognitivos en la valoración que el deportista hace de la situación. Dunn (1999) y Thuot, Kavouras y Kenefick (1998, citados por Cox, 2007) dentro de dos diferentes investigaciones, han encontrado corroboración sobre la propuesta de Endler así, los componentes cognitivos del miedo al fracaso y la evaluación social negativa figuraban dentro de los elementos más comunes generadores de ansiedad.

Además, (Cox, 2007; pag 202) ha subrayado que la orientación de metas, la percepción de control y el perfeccionismo neurótico en los deportistas, contribuyen fuertemente a determinar las percepciones como generadoras de ansiedad o estrés.

Con relación a la ansiedad cognitiva precompetitiva (antes de la competencia), es común observar que esta comienza en un nivel relativamente elevado, manteniéndose estable a medida que se acerca el momento del evento. En cambio la ansiedad somática se mantiene bastante baja hasta aproximadamente 24 horas antes del evento y luego aumenta rápidamente a medida que el evento se aproxima. Ya comenzada la ejecución, disminuye la ansiedad somática mientras que la ansiedad cognitiva varia durante la competencia en función a las probabilidades de éxito o fracaso. (Fenz, 1975; Hardy y Patfitt, 1991; jones y cale, 1989; Jones, Swain y Cale, 1991; Martens y cols, 1990; Schedlowski y Tewes, 1992; Wiggins, 1998; citados por Cox, 2007).

Ansiedad somática.

La ansiedad somática habla de un componente complejo de respuestas autónomas. Cox (2007), genera una amplia variedad de posibles conductas físicas manifiestas que varían en intensidad:



§  Aumento en la respiración.
§  Confusión mental.
§  Diarrea.
§  Dispersión de la atención.
§  Distorsión de la voz.
§  Fatiga física.
§  Fatiga mental.
§  Inquietud irritabilidad.
§  Manos húmedas.
§  Molestias estomacales.
§  Nauseas.
§  Necesidad de orinar.
§  Pasar la lengua por los labios.
§  Ritmo cardiaco acelerado.
§  Sequedad en la boca.
§  Temblor.
§  Temblor en piernas.
§  Tensión en estómago.
§  Tensión muscular.



De modo similar, Ellis (2001), elabora una lista con síntomas típicos de la ansiedad para poder hacernos conscientes de su presencia en nuestro organismo:

§  Síntomas respiratorios.
Falta de respiración, respiración acelerada o superficial, jadeo presión el pecho, nudo en la garganta, sensaciones de ahogo y tartamudeo.

§  Reacciones cutáneas.
Sudor, picores, escalofríos y sonrojos.

§  Síntomas intestinales.
Pérdida del apetito, nauseas, molestias, dolor intestinal, vómitos.

§  Síntomas musculares.
Temblores, parpadeo involuntario, tics nerviosos, sobresaltos, dar vueltas de un lado a otro, flaqueo en las piernas, rigidez e insomnio.

Es preciso indicar que no todas las conductas de las listas anteriores se observarán en un deportista en un solo momento. Aún más, el hecho de que aparezcan algunos elementos en el funcionamiento autónomo de un deportista, no siempre revelará un estado alto de ansiedad.


A modo de conclusión y similar a como comentaron Jones y Hardy (1990 citado en Lorenzo, 2001), la competición deportiva puede generar gran ansiedad y a su vez puede afectar los procesos fisiológicos y cognitivos deteriorando la ejecución e impidiendo el nivel óptimo de actuación. De esta forma, la apreciación cognitiva de los retos de la competencia deportiva y la capacidad personal para enfrentarlos, dan lugar a las diversas respuestas de ansiedad en los deportistas.

miércoles, 16 de julio de 2014

Variables psicológicas asociadas al rendimiento deportivo.


Una de las principales tareas del psicólogo deportivo se ha enfocado en el desarrollo o potenciación de las habilidades cognitivas propias de los deportistas, con el fin de mejorar el rendimiento deportivo.

Cabe señalar, que el deportista indudablemente, cuenta ya con habilidades y recursos como parte fundamental de su personalidad y condición humana, de modo que posee herramientas para enfrentarse y responder a situaciones específicas en el deporte. Por ejemplo, cuenta con recursos que ha desarrollado a través de su vida para enfrentar su ansiedad y mantenerse concentrado, además posee niveles de autoconfianza que han estructurado su autoestima y la percepción de sí mismo ante el mundo.

Sin embargo, esta respuesta natural a los desafíos del entorno competitivo, puede ser adaptativa o desadaptativa, realista o irreal y funcional o disfuncional. Por lo que con el paso del tiempo y las investigaciones propias en el área,  se han desarrollado respuestas cognitivas más eficaces, así como técnicas para mejorar o modificar los recursos ya existentes.

Nideffer, ha considerado que dentro de las competiciones aunque es evidente la influencia de la superioridad física, técnica y táctica, las variables psicológicas contribuyen ampliamente para predecir quién ganará, primordialmente por dos motivos:

1) Cuanto más equilibrio hay entre los atletas en cuanto a la fisiología, el talento y la preparación, los factores psicológicos tienen más influencia en el resultado de las pruebas.
2) Con el incremento del equilibrio deportivo, aumenta la presión del atleta en las competiciones, por lo que cada vez es más necesario utilizar estrategias psicológicas que faciliten el desarrollo de la tarea, independientemente de los factores o situaciones estresantes.

Por ejemplo, si un deportista cuenta con todas las características necesarias para ejecutarlas y posee una fuerza y resistencia óptimas para lograrlo, es decir, se encuentra al 100% de su capacidad física, técnica y táctica, ¿por qué no obtiene los resultados esperados? Podríamos suponer entonces, que existen variables mediadoras que influyen en el deportista. Tal vez por más hábil que el entrenador o el público perciba al atleta, si este no cree que pueda contra el rival o considera que no tiene las capacidades necesarias para lograr la tarea, entonces no desplegará su óptimo potencial.

Por el otro lado, tenemos a un atleta que sabe que cuenta con todas las capacidades físicas, técnicas y tácticas necesarias para rendir óptimamente en un partido. No obstante, conforme al nivel competitivo, aumentan sus fuentes de estrés, no solo de sí mismo en cómo quiere rendir, si no del entrenador para dar resultados, la familia que lo ha apoyado y los recursos que tal vez ha invertido o puede obtener tras la victoria, el torneo especifico con alto grado de importancia para clasificar, etc. De antemano es capaz de mediar con la presión, pero si se preparó tanto en el entrenamiento deportivo como para tener la seguridad de que está listo, podría prepararse también mentalmente para reducir la influencia de las variables interferentes  y así aumentar la probabilidad de actuar eficazmente en la competencia.

En resumen, tenemos que un nivel competente de las variables psicológicas le permitirá al deportista enfrentar de manera más exitosa las presiones y retos del deporte ya sea de alto rendimiento o no.

En este contexto, han surgido diversas investigaciones y estudios para determinar cuáles de las habilidades psicológicas resultan más convenientes desarrollar o entrenar. Por ejemplo, en 1998, se estudió a los deportistas olímpicos ganadores, donde se encontró que en su disciplina de competición, los atletas poseían mayor autoconfianza, eran más comprometidos y se integraban bien al trabajo de equipo. Por otro lado Harwood y col (2004), encontraron que deportistas olímpicos y de elite, poseían una elevada orientación de sus objetivos.

En la misma línea, Gould et al (2002) realizaron un estudio donde analizaron a 10 atletas olímpicos de distintas disciplinas. Encontraron que los atletas contaban con 12 características psicológicas: alta motivación, optimismo, perfeccionismo, buena concentración y manejo de ansiedad frente a las adversidades, fortaleza mental, inteligencia deportiva (capacidad de aprender rápido, ser creativo y con capacidad de análisis) y autoconfianza, entre otras.

Actualmente, tras varias intervenciones y desarrollo en el medio deportivo con distintas disciplinas, Buceta propone que son cinco las habilidades básicas a trabajar: Activación, manejo de la ansiedad, autoconfianza, concentración y motivación.

Para las cuales personalmente agregaría también la cohesión de equipo, ya que aunque en ocasiones los deportes sean de ramas individuales, los atletas se relacionan directamente con un equipo de trabajo multidisciplinario (entrenador, médico, nutriólogo, etc.) en búsqueda del despliegue óptimo del rendimiento deportivo. En otras ocasiones, resulta necesaria la convivencia con un grupo el cual se conforma por otros deportistas de ramas individuales que representan a un club o a una institución. Por ello se propone que esta habilidad también se trabaje, para mejorar la comunicación y la integración del grupo de forma adecuada. De modo que no quede aislado únicamente para deportes de conjunto.

Una vez aclarado lo anterior nos queda definir los conceptos, qué se entiende por ansiedad, autoconfianza… etc., y aclarar que a veces lo que consideramos una cosa, resulta ser otra, como cuando se piensa que motivar es ir a echarles porras a los jugadores y prometerles que ganarán a toda costa, cuando en realidad eso no es ni motivación, ni es aconsejable. Por lo que para ello, tomaremos un post para cada variable!


jueves, 19 de junio de 2014

Exceso o falta de adherencia, malos indicadores en el deporte.


Este concepto surgió principalmente ante los padecimientos crónico- degenerativos. Así, se pretendía que  los pacientes se apegarán a su tratamiento, tanto médico, como farmacológico y nutricional, de modo que pudieran regular su salud y mantenerse en un buen funcionamiento, aun a pesar de las consecuencias provocadas por la enfermedad.

Sin embargo, el concepto de adherencia se ha ido ampliando y actualmente se utiliza para evaluar el grado de cumplimiento en cualquier tarea o actividad. En el deporte, se utiliza también para identificar el grado de apego a las tareas del entrenamiento o de las actividades complementarias del mismo (fisioterapia, nutrición, entrenamiento psicológico).

La adherencia es fundamental,  ya que el exceso o la falta, impiden que el plan del entrenamiento se realice como debería y por tanto no se alcancen los objetivos previstos. Indicadores como la asistencia, puntualidad, trabajar como exige el plan de entrenamiento y aportar el esfuerzo  necesario físico y mental, son aspectos estructurales donde se observa esta variable.

No obstante y en el menor de los casos, existen deportistas que presentan excesos de adherencia. Esto contribuye a que los atletas se sobre esfuercen y no rindan adecuadamente ni en entrenamientos, ni en competencias. Casos como estos son muy comunes cuando por querer rendir mejor, consumen fármacos ilegales, realizan sesiones de entrenamiento fuera de las programadas por su entrenador, o siguen dietas de las cuales no obtienen los nutrimientos necesarios, por ello el cuerpo se desgasta excesivamente y aumenta la probabilidad de contraer lesiones.

Existen algunas situaciones básicas que favorecen la falta  y el exceso de adherencia. Estas son:

Falta de adherencia:
Algunos ejemplos:
1.  Circunstancias antecedentes específicas, en cuya presencia sea más probable la falta de adherencia
Llegar tarde porque en la primera ½ hora del entrenamiento, se llevan a cabo los ejercicios para fortalecer el físico.
2.  Es probable que proporcione algún tipo de consecuencia gratificante.
No llegar al entrenamiento los jueves porque si se queda en casa, podrá ver su programa favorito.
3.  Que la adherencia no proporcione consecuencias gratificantes.
Que no vayan a entrenar porque se aburren, no aprenden y el entrenamiento es monótono.
4.  Que resulte aversivo.
Que no vayan porque el entrenador les grita, o porque sus compañeros le hacen burla.
5.  Decremento en la motivación básica y creencias y actitudes personales que los predispongan a no cumplir.               
Que no acudan porque consideran que rinden igual si van o no, o porque “ya saben todo lo que deberían de aprender”.
6.  Aprendizaje de forma vicaria, por observación e imitación.
Que existan deportistas significativos en el equipo, los cuales no cumplan y se les premie o no se les castigue por ello.
Exceso de adherencia:
Algunos ejemplos:
1.  Control de situaciones de Estrés.
El deportista considera que si entrena fuerte una última vez, antes de la competencia, podrá poner a punto las habilidades necesarias, y rendirá mejor en el partido.  
2.  Motivación incontrolada.
El atleta desea rendir adecuadamente y satisfacer las expectativas propias y de los demás por lo que realiza conductas obsesivo- compulsivas para controlar la situación.
3.  Reforzamiento del exceso.
Se trata de personas vulnerables para las conductas de exceso, donde la adherencia  es su principal fuente de percepción de control y gratificación. Aquel deportista que sobre entrena y es elevado por su entrenador, por esforzarse más que el resto.

Para aliviar estas situaciones, el primer paso consiste en identificar con claridad que es lo que está pasando y por qué. Aclaremos que en muchas ocasiones, los deportistas no habían tenido antes acercamientos a las tareas solicitadas (como acudir a una sesión psicológica), por lo que brindar información adecuada y concisa sobre las demandas, puede modificar de forma radical la visión que se tiene de dichas conductas.

Seguido a esto, la participación del entrenador, resulta fundamental para que desde el inicio, el deportista perciba que acudir al entrenamiento o a las sesiones complementarias es importante para mejorar su rendimiento a mediano y largo plazo.  Además, su actuación en la planificación del entrenamiento, es clave para que los deportistas se sientan implicados en el deporte, les dé gusto asistir y tomen los ejercicios como retos constantes pero alcanzables, donde pueden controlar su conducta para lograrlo. También debe trabajar para que los ejercicios que plantea no provoquen más estrés del que los deportistas son capaces de manejar, donde medie la novedad, dificultad y esfuerzo  demandado, así como realice un planteamiento de exigencias progresivas y una correcta evaluación del rendimiento.

Así mismo recordemos que debemos formar hábitos favorables tras la práctica deportiva, por lo que fomentar la puntualidad y asistencia no debe de hacerse a un lado.


Por último pero no menos importante, el entrenador debe de ser congruente con lo que exige a sus deportistas, ya que no puede pedir adherencia si él no es el primer ejemplo de ello, o si refuerza conductas de no adherencia simplemente para que las “estrellas” del equipo no se vayan.

martes, 3 de junio de 2014

¿Psicología para el entrenador?



Como psicólogos en cualquier ámbito, nos enfrentamos a la dura tarea de convencer a la gente de que lo que hacemos no es una mera charrada, sino un conocimiento científico, estudiado y especializado cada vez más para dar respuestas a las problemáticas actuales. 

Aunado a esto, los psicólogos nos seguimos enfrentado a la pregunta absurda que suele plantearse ¿por qué un psicólogo, si no hay aquí ningún loco y todos somos normales? y para decir verdad como comenta Ortega y Gasset (1950), "la percepción normal no es sino una alucinación continuada y colectiva", entonces preguntaría, ¿por qué no un psicólogo que te ayude a enfrentar mejor la normalidad?.

Similar pasa con algunos entrenadores, puesto que cuando un psicólogo llega a colaborar con ellos, frecuentemente surge una reacción de rechazo hacia el mismo. Será miedo de ser evaluado, criticado, de que se roben sus conocimientos, de ego. Ya que de entrada, si los conocimientos se pudiesen robar de dicha manera, entonces ¿en dónde quedarían los profesores y educadores dedicados a la formación académica?

Por otro lado,  también es cierto que muchos psicólogos deportivos hemos llegado con la visión de querer mejorar el mundo y dar cierta evaluación de que lo que se ha hecho hasta ahora fue erróneo, que solo a través del conocimiento que uno predica, las cosas van a ser mejores  (tal vez algunos complejos de héroes o salvadores mundiales). Por ello, ¿cómo no obtener una reacción negativa del entrenador?

Aclaremos entonces que si uno pudiese prescindir del otro, ¿cuál sería el propósito de continuar formando profesionales en dichos campos? Uno no puede saberlo todo, y si cree hacerlo, será el conocimiento al que medianamente pueda acceder mentalmente, que por razones obvias, al final no lo seria todo.

El entrenador deportivo es aquel que cursó y se formó específicamente (en México la UNED, la ESEF y algunos cursos de acreditaciones impartidos por COM, CONADE, IDDEAC o incluso la UNAM en su área deportiva, sirven para dicho efecto). Conoce la forma de planear sus entrenamientos, los periodos, las cargas, la intensidad, así como los aspectos básicos y específicos técnicos, y tácticos.

Un psicólogo deportivo, es aquel que se formó en psicología como área general y se ha ido especializando en el deporte y la psicología aplicada al mismo. De entrada, cualquier psicólogo que solo cumpla con el primer requisito, en teoría no debería funcionar como psicólogo deportivo, como una persona que estudia un curso de vendaje deportivo, no es un médico del deporte, o aquel que toma un curso de planificación del entrenamiento, no es por ello un entrenador, pero si pueden colaborar a través de su conocimiento.

Ahora bien, el entrenador, ejerce una influencia fuerte en el deportista, es su modelo a seguir, ejemplo y además posee mucha credibilidad. Por lo que para mantenerlo, debe ser consistente, objetivo y ampliar sus recursos para brindarle a los atletas, la mejor experiencia dentro del deporte.

Para ello sirve el psicólogo, no para decirle que lo que hace está mal, sino para ayudarle a que su forma de enseñar, la planificación de los ejercicios y la comunicación que tiene con sus deportistas, puedan ser lo más eficaces posibles para las poblaciones que entrena.

Entre lo más importante, enseñarle a utilizar estrategias para organizar mejor el funcionamiento de su grupo, obtener mayor beneficio de las sesiones, optimizar el rendimiento, que conozcan formas adecuadas de reforzar, extinguir e incluso de las menos, castigar (entendidos a través de la perspectiva conductual), autocontrolar sus propias emociones, motivación constante y bien encaminada, lograr una mayor satisfacción, propiciar que la actividad sea saludable y formativa, prevenir lesiones y evitar el abandono.

Concluyendo, el entrenador ni el psicólogo deben pretender sustituir las funciones del otro, puesto que cada uno tiene su área de pericia. Además, la relación que se establece con el psicólogo es distinta por lo que este ayuda para modificar la disposición psicológica más rígida (creencias, actitudes) y en el dominio de estrategias de autoaplicación. Mientras que el entrenador influye principalmente en el control de las circunstancias ambientales relevantes para el deportista. Establecimiento de objetivos adecuados, ejemplos apropiados, organizando ejercicios atractivos y estimulantes, formulando instrucciones precisas y reconociendo esfuerzos.


sábado, 19 de abril de 2014



Psicóloga del deporte/ Lic. en Psicología


Extracto profesional: Evaluación de deportistas mediante tests y pruebas psicométricas para identificar sesgos en sus habilidades psicológicas. Evaluación de rendimiento y potenciación del mismo a través de intervención cognitiva- conductual en concentración, ansiedad, autoconfianza, cohesión y elementos resultantes en la evaluación inicial.




Formación Académica

2008-2012          Licenciatura en Psicología. Facultad de Psicología, UNAM: Titulado.
2012-2013          Diplomado en Terapia cognitivo- conductual.  Asociación Mexicana de Alternativas en Psicología.
Marzo 2014       Master en Psicología de la Actividad Física y del Deporte. UNED; Estudiante.
a la fecha.          

Experiencia Laboral

Periodo: Agosto 2011- a la fecha.
Coordinación de Deportes, Facultad de Derecho, UNAM.
Cargo: Psicólogo deportivo.
Funciones: Evaluación diagnostica mediante test y pruebas Psicométricas. Observación de campo. Entrevistas a profundidad. Diseño y aplicación de intervención individual y grupal. Integración de reportes psicológicos. Evaluación del rendimiento deportivo de acuerdo a las necesidades del deporte.
Se trabaja con un rango amplio de deportes, los cuales incluyen baloncesto, fútbol en sus diferentes ramas, tochito bandera, voleibol, natación, etc.

Coordinación de movimientos con CONADE- UNAM- Derecho para la implantación de Ligas y Clubes Oficiales Municipales en el programa Nacional del Gobierno de la República a través de la CONADE y el Ordenamiento Jurídico de la Ley General de Cultura Física y Deporte.


Periodo: Julio- Agosto 2013- abril 2014 a la fecha..
Escuela de Frontenis Master motiva –  Centro Asturiano  de México AC.
Cargo: Psicólogo deportivo.
Funciones: Evaluación diagnostica mediante test y pruebas Psicométricas. Observación de campo. Entrevistas a profundidad. Diseño y aplicación de intervención individual. Integración de reportes psicológicos. Evaluación del rendimiento deportivo de acuerdo a las necesidades del deporte.


Cursos y talleres.
  • Universidad Nacional Autónoma de México, Facultad de Psicología. Planeación del entrenamiento deportivo y psicológico. Enero 2013.
  • Universidad Nacional Autónoma de México, Facultad de Psicología. Introducción a la Psicología del deporte. 23 al 27 de Enero 2012.

  • Universidad Nacional Autónoma de México, Facultad de Psicología. Habilidades para desarrollar en el entrenamiento deportivo. Enero 2012.Confederación Deportiva Mexicana. Instituto de Desarrollo Deportivo para Especialistas de Alta Competencia (IDDEAC). Curso de Psicología Deportiva. 21 al 25 de Noviembre 2011.
  • Universidad Nacional Autónoma de México, Facultad de Psicología. Taller de Autopercepción corporal. 28 de Octubre 2011.
  • Universidad Nacional Autónoma de México, Facultad de Psicología. Curso- Taller Modelos de servicios profesionales multidisciplinarios. 7,14 ,21 de Octubre y 11 de noviembre 2011.