Una de las principales tareas del psicólogo deportivo se ha
enfocado en el desarrollo o potenciación de las habilidades cognitivas propias
de los deportistas, con el fin de mejorar el rendimiento deportivo.
Cabe señalar, que el deportista indudablemente, cuenta ya
con habilidades y recursos como parte fundamental de su personalidad y
condición humana, de modo que posee herramientas para enfrentarse y responder a
situaciones específicas en el deporte. Por ejemplo, cuenta con recursos que ha
desarrollado a través de su vida para enfrentar su ansiedad y mantenerse
concentrado, además posee niveles de autoconfianza que han estructurado su
autoestima y la percepción de sí mismo ante el mundo.
Sin embargo, esta respuesta natural a los desafíos del
entorno competitivo, puede ser adaptativa o desadaptativa, realista o irreal y
funcional o disfuncional. Por lo que con el paso del tiempo y las
investigaciones propias en el área, se
han desarrollado respuestas cognitivas más eficaces, así como técnicas para mejorar
o modificar los recursos ya existentes.
Nideffer, ha considerado que dentro de las competiciones
aunque es evidente la influencia de la superioridad física, técnica y táctica,
las variables psicológicas contribuyen ampliamente para predecir quién ganará,
primordialmente por dos motivos:
1) Cuanto más equilibrio hay entre los atletas en cuanto a
la fisiología, el talento y la preparación, los factores psicológicos tienen
más influencia en el resultado de las pruebas.
2) Con el incremento del equilibrio deportivo, aumenta la
presión del atleta en las competiciones, por lo que cada vez es más necesario
utilizar estrategias psicológicas que faciliten el desarrollo de la tarea,
independientemente de los factores o situaciones estresantes.
Por ejemplo, si un deportista cuenta con todas las
características necesarias para ejecutarlas y posee una fuerza y resistencia
óptimas para lograrlo, es decir, se encuentra al 100% de su capacidad física,
técnica y táctica, ¿por qué no obtiene los resultados esperados? Podríamos
suponer entonces, que existen variables mediadoras que influyen en el
deportista. Tal vez por más hábil que el entrenador o el público perciba al
atleta, si este no cree que pueda contra el rival o considera que no tiene las
capacidades necesarias para lograr la tarea, entonces no desplegará su óptimo
potencial.
Por el otro lado, tenemos a un atleta que sabe que cuenta
con todas las capacidades físicas, técnicas y tácticas necesarias para rendir
óptimamente en un partido. No obstante, conforme al nivel competitivo, aumentan
sus fuentes de estrés, no solo de sí mismo en cómo quiere rendir, si no del
entrenador para dar resultados, la familia que lo ha apoyado y los recursos que
tal vez ha invertido o puede obtener tras la victoria, el torneo especifico con
alto grado de importancia para clasificar, etc. De antemano es capaz de mediar
con la presión, pero si se preparó tanto en el entrenamiento deportivo como
para tener la seguridad de que está listo, podría prepararse también mentalmente
para reducir la influencia de las variables interferentes y así aumentar la probabilidad de actuar
eficazmente en la competencia.
En
resumen, tenemos que un nivel competente de las variables psicológicas le permitirá
al deportista enfrentar de manera más exitosa las presiones y retos del deporte
ya sea de alto rendimiento o no.
En
este contexto, han surgido diversas investigaciones y estudios para determinar
cuáles de las habilidades psicológicas resultan más convenientes desarrollar o
entrenar. Por ejemplo, en 1998, se estudió a los deportistas olímpicos
ganadores, donde se encontró que en su disciplina de competición, los atletas
poseían mayor autoconfianza, eran más comprometidos y se integraban bien al
trabajo de equipo. Por otro lado Harwood y col (2004), encontraron que
deportistas olímpicos y de elite, poseían una elevada orientación de sus
objetivos.
En la misma línea, Gould et al (2002) realizaron un estudio donde analizaron a
10 atletas olímpicos de distintas disciplinas. Encontraron que los atletas
contaban con 12 características psicológicas: alta motivación, optimismo,
perfeccionismo, buena concentración y manejo de ansiedad frente a las
adversidades, fortaleza mental, inteligencia deportiva (capacidad de aprender
rápido, ser creativo y con capacidad de análisis) y autoconfianza, entre otras.
Actualmente, tras varias intervenciones y desarrollo en
el medio deportivo con distintas disciplinas, Buceta propone que son cinco las
habilidades básicas a trabajar: Activación, manejo de la ansiedad, autoconfianza,
concentración y motivación.
Para las cuales personalmente agregaría también la cohesión
de equipo, ya que aunque en ocasiones los deportes sean de ramas individuales,
los atletas se relacionan directamente con un equipo de trabajo
multidisciplinario (entrenador, médico, nutriólogo, etc.) en búsqueda del
despliegue óptimo del rendimiento deportivo. En otras ocasiones, resulta
necesaria la convivencia con un grupo el cual se conforma por otros deportistas
de ramas individuales que representan a un club o a una institución. Por ello
se propone que esta habilidad también se trabaje, para mejorar la comunicación
y la integración del grupo de forma adecuada. De modo que no quede aislado
únicamente para deportes de conjunto.
Una vez aclarado lo anterior nos queda definir los
conceptos, qué se entiende por ansiedad, autoconfianza… etc., y aclarar que a
veces lo que consideramos una cosa, resulta ser otra, como cuando se piensa que
motivar es ir a echarles porras a los jugadores y prometerles que ganarán a
toda costa, cuando en realidad eso no es ni motivación, ni es aconsejable. Por
lo que para ello, tomaremos un post para cada variable!
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