martes, 3 de junio de 2014

¿Psicología para el entrenador?



Como psicólogos en cualquier ámbito, nos enfrentamos a la dura tarea de convencer a la gente de que lo que hacemos no es una mera charrada, sino un conocimiento científico, estudiado y especializado cada vez más para dar respuestas a las problemáticas actuales. 

Aunado a esto, los psicólogos nos seguimos enfrentado a la pregunta absurda que suele plantearse ¿por qué un psicólogo, si no hay aquí ningún loco y todos somos normales? y para decir verdad como comenta Ortega y Gasset (1950), "la percepción normal no es sino una alucinación continuada y colectiva", entonces preguntaría, ¿por qué no un psicólogo que te ayude a enfrentar mejor la normalidad?.

Similar pasa con algunos entrenadores, puesto que cuando un psicólogo llega a colaborar con ellos, frecuentemente surge una reacción de rechazo hacia el mismo. Será miedo de ser evaluado, criticado, de que se roben sus conocimientos, de ego. Ya que de entrada, si los conocimientos se pudiesen robar de dicha manera, entonces ¿en dónde quedarían los profesores y educadores dedicados a la formación académica?

Por otro lado,  también es cierto que muchos psicólogos deportivos hemos llegado con la visión de querer mejorar el mundo y dar cierta evaluación de que lo que se ha hecho hasta ahora fue erróneo, que solo a través del conocimiento que uno predica, las cosas van a ser mejores  (tal vez algunos complejos de héroes o salvadores mundiales). Por ello, ¿cómo no obtener una reacción negativa del entrenador?

Aclaremos entonces que si uno pudiese prescindir del otro, ¿cuál sería el propósito de continuar formando profesionales en dichos campos? Uno no puede saberlo todo, y si cree hacerlo, será el conocimiento al que medianamente pueda acceder mentalmente, que por razones obvias, al final no lo seria todo.

El entrenador deportivo es aquel que cursó y se formó específicamente (en México la UNED, la ESEF y algunos cursos de acreditaciones impartidos por COM, CONADE, IDDEAC o incluso la UNAM en su área deportiva, sirven para dicho efecto). Conoce la forma de planear sus entrenamientos, los periodos, las cargas, la intensidad, así como los aspectos básicos y específicos técnicos, y tácticos.

Un psicólogo deportivo, es aquel que se formó en psicología como área general y se ha ido especializando en el deporte y la psicología aplicada al mismo. De entrada, cualquier psicólogo que solo cumpla con el primer requisito, en teoría no debería funcionar como psicólogo deportivo, como una persona que estudia un curso de vendaje deportivo, no es un médico del deporte, o aquel que toma un curso de planificación del entrenamiento, no es por ello un entrenador, pero si pueden colaborar a través de su conocimiento.

Ahora bien, el entrenador, ejerce una influencia fuerte en el deportista, es su modelo a seguir, ejemplo y además posee mucha credibilidad. Por lo que para mantenerlo, debe ser consistente, objetivo y ampliar sus recursos para brindarle a los atletas, la mejor experiencia dentro del deporte.

Para ello sirve el psicólogo, no para decirle que lo que hace está mal, sino para ayudarle a que su forma de enseñar, la planificación de los ejercicios y la comunicación que tiene con sus deportistas, puedan ser lo más eficaces posibles para las poblaciones que entrena.

Entre lo más importante, enseñarle a utilizar estrategias para organizar mejor el funcionamiento de su grupo, obtener mayor beneficio de las sesiones, optimizar el rendimiento, que conozcan formas adecuadas de reforzar, extinguir e incluso de las menos, castigar (entendidos a través de la perspectiva conductual), autocontrolar sus propias emociones, motivación constante y bien encaminada, lograr una mayor satisfacción, propiciar que la actividad sea saludable y formativa, prevenir lesiones y evitar el abandono.

Concluyendo, el entrenador ni el psicólogo deben pretender sustituir las funciones del otro, puesto que cada uno tiene su área de pericia. Además, la relación que se establece con el psicólogo es distinta por lo que este ayuda para modificar la disposición psicológica más rígida (creencias, actitudes) y en el dominio de estrategias de autoaplicación. Mientras que el entrenador influye principalmente en el control de las circunstancias ambientales relevantes para el deportista. Establecimiento de objetivos adecuados, ejemplos apropiados, organizando ejercicios atractivos y estimulantes, formulando instrucciones precisas y reconociendo esfuerzos.


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