martes, 28 de febrero de 2017

Autoconocimiento, un camino para erradicar el estrés


Nuevamente tocando el tema del trabajo con los niños, y ahora involucrándome un poco más en temas de desarrollo humano, sale a la luz la importancia de ciertos procesos para el individuo. Por ejemplo, se dice que entre la niñez temprana y niñez media (2-11 años aproximadamente), los niños desarrollan nociones como la identificación emocional; qué causa cierta emoción y cómo reaccionan ante esta. También desarrollan conceptos de teoría de la mente (como los nombra Piaget), respecto a lo que es pensar y qué implica. 

Y supuestamente una vez que se da el proceso, el siguiente punto es el desarrollo del mismo, el cual, si bien existe, no llega a un punto suficientemente adecuado. Tal es el caso de adultos que tienen problemas para identificar qué pensamiento se presentó o incluso para identificar y expresar sus emociones.

No obstante, y como aprendí no hace mucho, existe la otra posibilidad, en la que se dio el desarrollo y aprendimos a frenarlo o incluso retrocedimos en este. Aprendimos que es más importante contener emociones incomodas para liberarnos de la carga de enfrentarlas o porque socialmente no están bien vistas, aprendimos que sentir ciertas emociones es parte normal de una vida activa inmersa en un mundo capitalista, etc. El punto principal es que, de una u otra forma, aprendimos erróneamente a desentendernos de nosotros mismos para entendernos con los demás.

Así pues, además de los puntos que señalé anteriormente, los cuales se retomarán, el objetivo principal de este texto es resaltar el estrés (como mencioné el mes pasado).

Si bien la definición se manejó en el blog de enero, hemos de aclarar que el estrés está directamente ligado a la activación cognitiva y física, es decir al grado de alerta en nuestra mente y cuerpo, así el estrés implicará estados altos, ya sea si hablamos de un eustrés (activación con una connotación positiva) o distrés (activación con una connotación negativa).

Y ¿cómo afecta a la mente y cuerpo? El modelo cognitivo conductual que suele usarse en muchos ámbitos de la psicología por sus comprobados resultados, principalmente con el tema del estrés, habla de la influencia del pensamiento sobre la emoción y la conducta. De esta manera si contemplamos que el estrés parte de la apreciación de si puedo o no realizar una tarea, vemos la implicación directa de la mente, lo cual genera estrés y, por consiguiente, las reacciones fisiológicas asociadas, como sudoración en la piel, aumento de la frecuencia cardíaca, disminución de la temperatura corporal, contracción muscular, nausea, etc.

Si sumamos el hecho de que o no tuvimos un desarrollo completo, lo frenamos o retrocedimos, nos topamos con la falta de autoconocimiento y el poder percatarnos de qué pensamos, que sentimos y cómo actuamos. Así podemos llegar a tener pensamientos recurrentes que continuamente contribuyan a generar estrés, además, también podemos encontrar que hay personas que no identifican que tienen estrés y que acumulan los efectos físicos negativos en su cuerpo, a tal grado que solo a través de un quiebre, como una posible parálisis facial o una contractura que incapacite el movimiento, entonces comienzan a percatarse.

De esta manera como profesionales ya sea psicólogos, entrenadores, educadores o cualquier persona que trate con niños, hemos de ayudarlos a que desde pequeños desarrollen el autoconocimiento y aprendan a valorarse con lo que tienen y con lo que pueden alcanzar. Porque estos son los futuros deportistas y habitantes de nuestro país.


Y si aún quedan preguntas de cuál es la relación entre este tema y el deporte, he de mencionar que el estrés es un factor cotidiano en la mayoría de deportistas amateurs y de alto rendimiento, que a veces no saben que presentan y que contribuye significativamente a la merma de su rendimiento. Por tanto, si proveemos e intervenimos desde edades tempranas, podremos tener atletas con mayores recursos y habilidades para enfrentarse al mundo deportivo.

martes, 31 de enero de 2017

Lesiones deportivas. ¿Cómo influye la mente?


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La otra vez hablando con un compañero de entrenamiento, comentábamos sobre la importancia que tiene cuidar las lesiones deportivas y no dejarlas pasar. También comentábamos, lo sencillo que es encontrar a nivel Amateur y escasamente a nivel profesional (pero también existen) deportistas, que se han sensibilizado y normalizado a las dolencias, que incluso, las encuentran parte de la rutina. Por ejemplo, comentábamos lo fácil que es lastimarse las rodillas en baloncesto, y sobre todo si has practicado toda la vida, sin mucho cuidado sobre la superficie, el tipo de calzado e incluso la adecuación de movimiento.

Así mismo, señalamos la dificultad de acudir a médicos especializados en deporte por falta de presupuesto, y la frecuencia con la que solemos recurrir al uso de antiinflamatorios, analgésicos, ungüentos majestuosos y vendajes poco más que inútiles, los cuales además, tienden a ser maravillosos placebos, pero que a su vez pueden encubrir padecimientos más graves.

Y por supuesto que también hablábamos de la falta de la asistencia de un psicólogo deportivo que se sume al equipo multidisciplinario de trabajo, porque en general, no se sabe para que funciona, y como actúa. Así que para clarificar un poco, comenzaremos hablando de ¿por qué pasa, por que nos lesionamos? 

Pues es bien sabido que las lesiones tienen como gran precursor el desgaste natural del organismo por la edad, el uso o mal manejo de cargas de entrenamiento, la realización de ejercicios sin calentamiento previo o una falta de estiramiento adecuado el cual flexibilice al músculo y una mala ejecución, por mencionar las más obvias. No obstante, ¿cómo afecta la mente en la producción de lesiones?

Ahora se sabe claramente que las variables psicológicas pueden aumentar o disminuir la probabilidad de prevención, lesión o recuperación, y sin lugar a dudas, el manejo del estrés ha sido marcada como una de las variables más importantes, ya que, además de que la lesión en sí misma es un evento estresante, el estrés también suele presentarse antes y durante la lesión, en las hospitalizaciones e intervenciones quirúrgicas, durante la inmovilización y rehabilitación, pero, sobre todo cuando se producen las recaídas (Buceta, 1996). 

Lo cual si vemos a fondo, y contemplamos al deportista como lo que es, un ser humano, podemos darnos cuenta del sin fin de circunstancias que le rodean y que de no ser bien manejadas pueden ser llevadas a contextos en los que no son relevantes, pero que son generadoras de estrés y acumulación del mismo, no solo tras la lesión sino previas a la misma. Tal es el caso de las exigencias familiares, de pareja, laborales, fraternales, etc., que llevadas a entrenamientos o competencias repercuten en el rendimiento.

Y muchos se preguntarán, pero ¿cómo es que el perder a mi pareja, me genera una lesión? La respuesta es sencilla si comprendemos claramente lo que es el estrés. A grandes rasgos, este se concibe como la percepción que una persona efectúa ante un evento, al evaluar si tiene o no los recursos necesarios para enfrentarla. De modo que, ya sea que lo perciba como un reto o amenaza, el cuerpo y la mente se activan y al no ser controlado o extenderse por un tiempo prolongado, puede causar grandes daños al sistema. Por ejemplo, debilitamiento del sistema inmunológico, sobreactivación muscular que dificulta la flexibilidad y coordinación motora.

No obstante, la peor parte y tal vez la más agresiva, son los efectos en la mente, ya que el deportista al estar estresado, reduce el nivel de atención, distrayéndose con mayor facilidad y eliminando atención de lo realmente importante, además de que genera más desgaste y cansancio físico y mental, y errores de ejecución, lo que aumenta la probabilidad de lesión.

Así bien, el papel del psicólogo deportivo puede recaer en la prevención (desarrollo de habilidades mentales: motivación; atención; manejo de estrés; toma de decisiones,; autoconfianza; etc., que ayuden como mediadores para una correcta ejecución, adherencia al ejercicio y eliminación de conductas inadecuadas) y directamente sobre la lesion (desde que ocurre para ayudar a enfrentar la situación, hasta que el deportista se reinserta nuevamente en la vida deportiva o general) .


miércoles, 30 de noviembre de 2016

Entrenamiento mental en niños desafiantes


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Trabajar con niños dota al Psicólogo de muy buenos ratos de diversión y convivencia, donde los aprendizajes se encuentran "a la vuelta de la esquina", ya que como todos los educadores mencionan, "El adulto aprende más de un niño, que el niño del adulto" y en mucho casos puede ser del todo cierto.

Pero aunado a ello, es importante mencionar las dificultades por las que uno pasa al trabajar con niños y en específico con niños desafiantes al brindarles herramientas psicológicas. 

Primero que nada solemos encontrarnos con el papá que esta más interesado en el deporte, que el niño; o incluso que el papá quiere que el niño sobresalga más que el propio niño, en donde en muchos casos, no hay un verdadero interés, ni por entrenar, mucho menos por aprender cuestiones psicológicas.  

Otra de las cuestiones comunes, es lo difícil que se vuelve trabajar con niños que tienen problemas de conducta, padres ausentes, falta de límites, etc., donde no respetan la autoridad y difícilmente escuchan lo que se les transmite o se involucran activamente en una tarea.

Si observamos a fondo, podemos darnos cuenta de lo complejo que se torna trabajar con un niño que no quiere que estés ahí, enseñándole lo que tienes que mostrar, y más que como niños, piensan que no tienen otra alternativa más que acatar los deseos de los adultos y pueden sentirse impotentes y sin poder influir en lo que pasa en su vida.

Por ello, el papel del Psicólogo del deporte como cualquier otro educador, consistiría en ir más atrás y volverse de entera confianza para el infante, reconociéndolo como individuo, respetando lo que tiene que decir e involucrándolo directamente en la toma de decisiones de actividades y tareas a seguir, por que en verdad, no es cuestión del niño, sino de las carencias que tiene en su educación y vida.

De esta manera, es sencillo identificar dónde está el trabajo, pero como en muchos casos, cuando no tienes acceso a los padres o estos se niegan, hay que luchar con pasos fuertes para que aún sin su colaboración, los niños tengan aprendizajes significativos.

¿Y como hacerle? Se ha de decir que no es cosa del otro mundo, pero que a veces solemos olvidar. Una de ellas es el valor del juego y la actividad práctica, saliéndonos un poco de la teoría y de la búsqueda de reflexión y generación de consciencia, podemos desarrollar actividades que al niño le gusten donde se trabajen las habilidades mentales perseguidas, y esperar al momento en el que esté listo, para entonces si, abordar el tema de manera más tradicional.

Por ejemplo, si ha de enseñárseles habilidades para mejorar la atención a un niño de 8 años que practica golf, pero que le encanta el fútbol, podría dibujar una portería en la pared con números en ella y pedirle que tiré hacia el número que se le indica verbalmente, si comienza a dominar esa tarea podría aumentar la dificultad del ejercicio, siguiendo el consejo de un colega, en donde numera balones, y la tarea consiste en patear el balón indicado por la instrucción verbal. Así tendría una sola instrucción: 3, 3, en donde patearía solo el balón 3 con dirección al número 3 en la portería. 

Posteriormente ya que hemos ayudado a desarrollar un poco la habilidad, entonces podríamos ahora trasladarla al golf, con ejercicios similares en el putting green y una vez ahí, aportar algunos comentarios donde se encamine al proceso de reflexión o semi teorico.

No esta por demás recordar que aunque la atención mejore en ese ejercicio, no implica que el niño ahora tenga la habilidad para mantenerse atento en un torneo o entrenamiento, pues los elementos a los que hay que poner atención o los que distraen, son completamente distintos y por ende las necesidades. Así que ya ganada la confianza y generado el proceso reflexivo, entonces se puede dar paso al entrenamiento de la atención como se marca en los libros de psicología deportiva, con planes atencionales, de reenfoque, de interferencia de tareas, etc.

Les dejo unos links, sobre el trabajo con niños desafiantes: 
Parte 1. https://www.youtube.com/watch?v=PqkUZRYlpio 
Parte 2. https://www.youtube.com/watch?v=w9QvLQlxWek
Parte 3. https://www.youtube.com/watch?v=GaI82QsQ3IU




jueves, 20 de octubre de 2016

Dificultades del automovilismo. La Carrera Panamericana





A partir del 14 de Octubre hemos tenido oportunidad de contemplar uno de los eventos más fascinantes del mundo automovilístico, me refiero a la Carrera Panamericana, la cual se caracteriza por ser un Rally en México con pilotos y equipos de todo el mundo, pasando por carreteras federales, estatales y secundarias de asfalto, a lo largo de siete días, con un recorrido total aproximado de 3,000 kilómetros, el cual varía dependiendo de la ruta anual. 

Además, otra de las características más impresionantes son las condiciones de los autos que participan, pues esta competencia esta reservada únicamente para automóviles fabricados entre los años de 1940 y 1965, con cierta modernización en aspectos de suspensión y seguridad, donde los automóviles permitidos se dividen en cuatro grupos y nueve categorías.

De modo que si nos acercamos a las demandas que tanto el piloto, como el navegante y equipo de mecánicos enfrentan, nos damos cuenta de la demanda física y psicológica que tienen que enfrentar a lo largo de la travesía por entre 9 y 10 estados de la república en tan solo 7 días, donde la falta de sueño, las continuas exigencias y el riesgo de accidentarse, se tornan en factores cada vez más difíciles de sobrellevar.

Recientemente platicando con el ingeniero responsable de motores para un equipo participante, pudimos percatarnos de lo apremiante del trabajo psicológico en este tipo de deportes y eventos. Por poner un ejemplo, pudimos dilucidar el enorme riesgo que implica la participación para el piloto y el navegante, quienes al transitar por carreteras a más de 250 km, con diferentes relieves, condiciones, curvas con constantes cambios de dificultad, barrancos, etc., tienen que poseer una excelente comunicación, y trabajo en equipo. Confiar en las habilidades de cada uno, para interpretar el camino, guiar, prever y sortear dificultades. Aunado a ello, la enorme responsabilidad que recae en cada uno, pues quien al cometer un error, no ganan una sanción, sino en muchas ocasiones pueden ocasionar que tanto ellos como los otros competidores, pierdan la vida al simplemente estrellarse contra un objeto o caer en el barranco.

Siguiendo esta linea, también pudimos dimensionar la responsabilidad del equipo mecánico para proveer las circunstancias necesarias, los ajustes, el desarrollo de piezas, las refacciones, el cambio de llantas, en general la puesta apunto del auto, donde un ligero error en cualquier área, puede cambiar radicalmente las circunstancias y promover o disminuir la seguridad para aquellos quienes se suben.

Ahora bien, como en cualquier competencia, los errores no dejan de estar presentes, pero bajo estas circunstancias, qué pasa tras repetidos errores. Generalmente viene cierto tipo de superstición, ¿deberé subirme nuevamente?, ¿qué tal si es una señal de que algo más puede pasar?, ¿el carro realmente estará en condiciones adecuadas?,  la confianza disminuye y los miles de pensamientos nocivos respecto a posibles consecuencias no dejan de aparecer, entonces ¿qué decisión tomar?

En el automovilismo suelen decir que tras un accidente, si no te vuelves a subir inmediatamente, difícilmente vuelves a hacerlo. Desde el mundo de la psicología podría bien definirse como estrés postraumático, pero ¿qué pasa si bajo esas condiciones realmente te subes y no cuentas con los recursos para dejar el episodio atrás? Inevitablemente, el resultado no será del todo satisfactorio, porque no existe buena capacidad para enfocarse en lo que se tiene que hacer, viene el miedo, la ansiedad con todos sus cambios fisiológicos y mentales, se limita el movimiento y la capacidad cognitiva para tomar decisiones y seguir una estrategia, sería como profecía autocumplida, efectivamente pasará algo.

De modo que, no podemos dejar de lado la importancia de generar recursos personales y como equipo para pulir aspectos técnicos y tácticos, aprender de los errores, llevar más provisiones, ajustar mejor las piezas, cambiar a materiales más resistentes, y desde luego recursos mentales para enfrentar complicaciones, lidiar con el cansancio adoptando técnicas más efectivas de recuperación, planes atencionales, detención de pensamiento, autoinstrucciones, etc., un sin fin de alternativas de las cuales asirse. 

Ahí esta la mejora, ahí es donde las pequeñas diferencias hacen una gran diferencia, ahí es donde los resultados se logran, no debidos al azar, sino al trabajo y esfuerzo.


lunes, 26 de septiembre de 2016

¿Qué es la verdad?


En psicología, la rama en la que me formé, la verdad está asociada inherentemente con la realidad, por ende, resulta imperante comenzar explicando a que se refiere.

Existen dos visiones de realidad, la primera, se liga con el supuesto de que no existe una realidad “real”, es decir, cada quien filtra la información e interpreta el mundo conforme a sus experiencias de vida, aprendizajes, creencias, cultura y medio social. Por ejemplo, una persona con un trastorno esquizofrénico, considera que las alucinaciones tanto visuales como auditivas que posee son reales, es lo que su cerebro le permite ver e interpretar del mundo, para él, no existe otra forma. No obstante, para el resto de la gente, esa realidad es errónea y aquí tenemos el otro supuesto de realidad, el cual alude a la creación de un sistema normativo bajo la campana de Gauss, donde damos por sentado que ese trastorno o cualquier otro, se encuentra en el extremo, donde no se ubica la mayoría.

El problema radica en si realmente podríamos establecer como verdadera cualquiera de esas realidades, similar a como pasó con los Alemanes Nazis, su sociedad creía fervientemente en la raza aria, discriminaban y mataban a cualquier persona que fuese mestiza. En ese ejemplo, la sociedad alemana en su gran mayoría (al centro de la campana) consideraba ese pensamiento normal, mientras que en los extremos se encontraban los radicales o "traicioneros al país" considerados como aquellos que no poseían la verdad. Si por el otro lado, tendemos a decir que la visión de cada persona sobre el mundo es verdadera para sí mismo, nos encontraríamos con múltiples problemas sociales, riñas, disputas, egocentrismo, entre otros.

Esta descripción me parece un tanto similar a la visión de la filosofía epistemológica y ontológica, ya que al plantear una analogía con el ejemplo donde, "si el árbol cae y nadie lo escucha entonces ¿realmente cayó?". Normativamente u ontológicamente podríamos decir que si, y claro que si lo escuchan directamente se aludiría a cómo percibe esa realidad, podría hablarse un tanto de epistemología.

Por tanto lo más conveniente es tratar de generar una realidad más global a partir de integrar diferentes verdades desde diferentes enfoques, para acercarnos aún más al conocimiento, aspecto que podría verse como normativizar. De este modo, en psicología cuando se plantea un experimento con enfoque cuantitativo, es importante realizar una investigación exhaustiva, no solo para indagar en la viabilidad del estudio, generar nuevas preguntas de investigación o pulir las hipótesis ya creadas, sino para tener un panorama más amplio de diferentes enfoques a través de los cuales se ha observado o investigado el fenómeno, y así obtener conocimiento verdadero. Claro está que no hay que dejar pasar por alto el hecho de que cada conocimiento nunca es absoluto, nunca está terminado y te lleva a nuevas preguntas y nuevo conocimiento, pero entre más podamos acercarnos, mejor será nuestro entendimiento del mundo y calidad de vida que podamos tener.

Por otro lado y no en todos los círculos de investigadores, se ha dado un ferviente afán de realizar experimentos donde las hipótesis alternativas se confirmen, y para ello, algunos investigadores pueden llegar a falsear la verdad a través de la modificación de datos o información, con el afán de que sus ideas se comprueben, olvidando que el error o el acierto también puede llevar a encontrar el conocimiento. 

Y no lejos de ese ámbito, que en ocasiones puede parecer muy ajeno, tenemos ejemplos claros en la vida cotidiana, donde es más fácil mentir para evitar la penalización social o enfrentar las consecuencias, que ser honesto y decir la verdad. Tal es el caso de Lance Armstrong, quien independientemente de su alto compromiso y sistemático entrenamiento, dio positivo en dopaje, lo cual es un arma de tres filos, tanto que realmente consumió conscientemente (miente), como que consumió a través de un alimento sin ser consciente (dice la verdad), como que la verdad cambio en ese tiempo y sustancias que no eran activas, o no se consideraban como productoras de alteraciones de rendimiento en momentos previos, lo fueron para ese entonces (reajuste de la nueva verdad). 

Otro de los casos en los que la verdad ha estado comprometida, es el caso del fabricante de bicicletas y ciclista escocés, Graeme Obree, quien sin ser profesional rompió el record de la hora en 1993 y en 1994 con una bicicleta hecha con sus propias manos, innovando en el diseño y técnica postural, lo cual enfureció a muchos directivos y comenzaron a modificar las normativas, de modo que cada nueva implementación que el diseñaba, generaba una nueva adecuación del reglamento y era castigada con el retiro de sus premios (manipulación de la verdad). Y bueno, ni hablar de los políticos y nuestro querido presidente, quienes por “herencia” tienden a manipular la verdad conforme a sus intereses.

De modo que la pregunta es, ¿cómo saber si es verdad, mentira o manipulación de la verdad? Pues al parecer, así como la realidad y el conocimiento, no existe una respuesta satisfactoria ni completa. Habrá que sentarse a analizar a fondo, investigar, cuestionar y debatir respecto a cada enunciado o aspecto que queramos acreditar, para así aunque al final resulte que erremos, nos hayamos acercado lo más posible a la verdad.

lunes, 4 de agosto de 2014

Autoconfianza.



Como muchos otros conceptos dentro de la psicología, se han realizado diversas aportaciones para poder definir el concepto. Buceta (2004), considera que “es un estado interno que implica un conocimiento real de la dificultad del objetivo, de los recursos propios que uno puede utilizar para conseguirlo y en función de todo ello, las posibilidades realistas que uno tiene de lograrlo”.

De modo que el deportista que la posee conoce aproximadamente sus posibilidades reales y dificultades que le facilitarán o impedirán conseguir determinado objetivo, pero además, sabrá cuáles son las conductas propias que debe de emplear para que las posibilidades favorables existan y en caso contrario la forma de neutralizar las dificultades (Buceta, 2004).

Por otra parte Vealey (2001 citado en Weinberg y Gould, 2007), concluye que la autoconfianza es “la creencia o el grado de seguridad que poseen los individuos sobre su capacidad para ser exitosos en el deporte”.

En la teoría cognitiva-social de Bandura, se propone a la autoconfianza como generadora de autoeficacia. Esta última se define como “la creencia en la propia habilidad para organizar y ejecutar los cursos de acción necesarios para obtener determinados logros” (Cox, 2007).

Bandura (1986 citado en Borkow, 1995), también comenta que  la autoeficacia puede verse como el modo en el que la gente juzga sus capacidades para organizar y ejecutar series de acción que requieren el desempeño de ciertos tipos de actividad.

¿Por qué  razones es importante esta variable en el deporte?

Buceta (2004) ha manifestado la importancia de desarrollar la autoconfianza en los deportistas, principalmente en jóvenes. Comenta que es importante fortalecer su proceso formativo en dos aspectos:

1. Como deportistas. Debido a que la autoconfianza es la clave para que progresen, sean capaces de afrontar satisfactoriamente las situaciones más difíciles de las competiciones y sigan trabajando con la ilusión de alcanzar metas ambiciosas.

2. Como personas. Debido a que confiar en uno mismo ayuda a afrontar las demandas de la vida y contribuye a mejorar el autoconcepto y la autoestima.

En cuanto a otras perspectivas, se encontró que existe una relación positiva entre niveles altos de autoconfianza y el éxito en el desempeño deportivo. Por ejemplo, Gould, Greenleaf, Lauer y Chung (1999) hallaron que la confianza (eficacia) se encuentra entre los factores principales que influenciaron el desempeño durante los juegos olímpicos de Nagano. En este estudio, se entrevistaron a 63 de los máximos exponentes de un amplio rango de deportes, de los cuales el 93% manifestó que tuvieron un gran nivel de autoconfianza (Weinberg y Gould, 2007).

En otras publicaciones, además se manifiesta el énfasis en la importancia de tener un buen grado de autoconfianza como habilidad psicológica, la cual se vuelve determinante de la personalidad del individuo a fines de optimizar el rendimiento. Por ejemplo, Estanqueiro (2006), menciona además que la autoconfianza es una señal de autoestima y base de la motivación. Es por tanto, una actitud que ejerce una influencia positiva en el desarrollo personal y en relación con los otros.

Este autor también considera que una persona con autoconfianza aprende a ver los problemas como desafíos y persiste a pesar de los obstáculos, sabiendo que así podrá alcanzar sus objetivos.

Buceta (2004), comenta que un buen manejo de la práctica deportiva puede favorecer que los deportistas confíen en sus recursos para afrontar las demandas de los entrenamientos y las competiciones.

La autoconfianza se caracteriza por una alta expectativa de éxito. Puede ayudar a los individuos a activar emociones positivas, estados mentales como el optimismo, y así facilitar la concentración, establecer metas adecuadas, aumentar el esfuerzo, focalizar sus estrategias de juego y mantener el momento. En esencia la confianza puede influenciar las emociones, la conducta y las cogniciones (Weinberg y Gould, 2007).

Tipos de autoconfianza.

La investigación de Vealey y Knight (2001, citado en Weinberg y Gould, 2007), ha revelado que como muchos otros constructos de la personalidad normal, la autoconfianza puede ser multidimensional y consiste en varios aspectos: “confianza con respecto a la capacidad física, las habilidades psicológicas y perceptivas, adaptabilidad, condición física y nivel de entrenamiento, aprendizaje potencial y toma de decisiones”.

Siguiendo la línea de multidimensionalidad de la autoconfianza, se puede hablar por tanto de una autoconfianza específica respecto a situaciones concretas y de una autoconfianza más general o global, que indicaría el nivel de confianza en los propios recursos ante cualquier situación conocida o novedosa (Buceta, 2004).

Cox (2007) ha propuesto una idea similar a la anterior. Manifiesta que la autoconfianza general, es un rasgo o una disposición de la personalidad la cual facilita la vida cotidiana, mientras que la autoconfianza especifica se refiere a la confianza que se tiene el sujeto para creer que podrá realizar con eficacia el movimiento o la acción requerida.

Siguiendo esta línea de pensamiento, Weinberg y Gould (2007), mencionan que en esencia la autoconfianza podría ser algo que se siente hoy y por tanto ser inestable, lo que hablaría de un “estado de autoconfianza”, o podría ser parte de la persona y ser muy estable, lo que hablaría de una “característica de rasgo de autoconfianza” (Weinberg y Gould, 2007).

Weinberg y Gould (2007) comentan que específicamente parece haber varios tipos de autoconfianza dentro del deporte:

Falsa autoconfianza.

Se debe tener en cuenta este factor, porque en ocasiones los deportistas parecen muy seguros y confiados en sí mismos, pero en realidad, enmascaran un problema que posiblemente perjudique su funcionamiento.

Así podemos encontrar que cuando las manifestaciones son rígidas y excesivamente optimistas en función de la realidad de los hechos, existe una disposición mínima a contemplar otras alternativas y el deportista evita analizar posibles dificultades, es muy probable que se esté tratando con una autoconfianza falsa. 

jueves, 24 de julio de 2014

Ansiedad.

Ansiedad.


Lazarus (2000), ha definido a la ansiedad como “el hecho de enfrentarse a una amenaza existencial incierta, la cual ocurre luego de una evaluación de los recursos con los que se cuenta para enfrentarla”. Este autor cree que esta emoción, tiene un impacto considerable en el desempeño del deportista, ya que emerge al enfrentarse a una amenaza incierta como una competencia, donde se hace una evaluación de los recursos propios para enfrentarla.

Por ejemplo, el deportista enfrenta amenazas objetivas (externas del ambiente competitivo) y subjetivas (basadas en sus creencias, interpretaciones y atribuciones sobre la situación). En el baloncesto una amenaza objetiva podría ser la cancha donde se juega ya que se puede encontrar en malas condiciones, el aro puede ser de metal y dificultar el rebote del balón, o puede estar muy separado del tablero y por tanto obstaculizar que el balón entre. Mientras que una amenaza subjetiva, podría ser la creencia de que el rival es más fuerte, con mejor físico y por lo tanto les ganarán, o el pensamiento de que el árbitro es injusto con el equipo propio y beneficia al equipo contrario, etc.

Ellis (2001), uno de los autores que más se ha dedicado al estudio de la ansiedad, ha mencionado que esta es un conjunto de sensaciones molestas y de tendencias a la acción que permiten darse cuenta de sucesos que van contra los propios deseos, por lo que generan un aviso de que se tiene que llevar a cabo una acción al respecto.

Plantea además que la ansiedad en niveles moderados no es mala, pues ayuda al organismo a la activación y así percatarse de situaciones de riesgo. El mismo autor aclara que la ansiedad surge cuando algo es inesperado, va mal en la vida o advierte un miedo sensato, así como que  la activación asociada a la ansiedad, advierte sobre aquellos acontecimientos que pueden ocurrir y llevar a un posible daño, al mostrar la forma para prepararnos físicamente.

Comenta que existen diversos tipos y niveles de la ansiedad, algunos sanos y otros malsanos o autodestructivos. Así ha considerado a la inquietud, vigilancia y/ o preocupación como componentes sanos de la ansiedad, pero al pánico agudo, terror, horror, fobias, temblores, estados de shock y entumecimiento como componentes malsanos de esta (Ellis, 2001).

La ansiedad sana, otorga al individuo el control de las propias emociones y ayuda a manejar situaciones difíciles o peligrosas de forma eficiente, sin embargo, la ansiedad malsana hace que el individuo pierda el control y consecuentemente afronte mal los riesgos y problemas con los que se enfrenta (Ellis, 2001). Por ejemplo, la ansiedad sana podría observarse en propiciar un estado de alerta del individuo con el cual pueda estar pendiente y atento de lo que tiene que realizar en la competición. Por otro lado, un estado malsano podría desequilibrar el organismo del individuo, de modo que le suden excesivamente las manos, comience a tener pensamientos disfuncionales y no sepa lo que tiene que hacer dentro de la competición o cómo hacerlo. Entonces, su atención se estaría volcando más a lo que está sintiendo en su cuerpo y lo que piensa, que a la competición en sí misma y como desempeñarse en ella.

Sumado a estas definiciones, podemos resaltar la multidimensionalidad de la ansiedad, ya que se considera, existen 4 componentes de importancia en este constructo: de rasgo, de estado, cognitivo y somático (Cox, 2007).

Ansiedad rasgo.

El componente de rasgo, se puede visualizar como una disposición de la personalidad, es decir, como la predisposición de percibir algunas situaciones como peligrosas (Cox, 2007). Por otro lado, para Carrasco et al, dice que la ansiedad rasgo es una disposición conductual adquirida que influye en la conducta y es relativamente estable (Roffé, 2003).

Ansiedad Estado.

Surge como una respuesta emocional inmediata y especifica ante la evaluación de una situación, se considera parte de  una emoción súbita que se caracteriza por pensamientos, conductas y sensaciones corporales, asociadas a sentimientos tales como la aprensión, el miedo, la tensión y el aumento en la activación fisiológica (Cox, 2007). A lo que Roffé (2003),  agrega que la ansiedad estado se caracteriza por sensaciones subjetivas conscientemente percibidas del sistema nervioso autónomo, que pueden variar con el tiempo y fluctuar en intensidad.

Diversos estudios han puesto de manifiesto la importancia del control de esta variable en el ámbito deportivo, así se demuestra que aunque la ansiedad rasgo no sea tan común en los deportistas, la ansiedad estado aumenta gradualmente conforme se acerca el periodo de competición (Guillen y Sánchez, 2003).

Ansiedad cognitiva.

Se trata de una actividad mental, causada por una evaluación interna de la situación y de los recursos para enfrentarla, por lo que algunas perspectivas consideran que este es el primer factor a atender ya que, un pensamiento sesgado genera en un futuro las demás manifestaciones de ansiedad.

Endler (1978 citado por Cox, 2007) considera cinco factores que conducen a esta:
1. Miedo al fracaso en el desempeño.
2. Miedo a la evaluación social negativa.
3. Miedo al daño físico.
4. Ambigüedad de la situación.
5. Interrupción de una rutina aprendida.

Marchan Morris y Anderson (1998 citado por Cox, 2007), añaden un elemento más a la lista:
6. Importancia percibida de una competencia.

Al revisar estos factores de la ansiedad,  queda clara la importancia de componentes cognitivos en la valoración que el deportista hace de la situación. Dunn (1999) y Thuot, Kavouras y Kenefick (1998, citados por Cox, 2007) dentro de dos diferentes investigaciones, han encontrado corroboración sobre la propuesta de Endler así, los componentes cognitivos del miedo al fracaso y la evaluación social negativa figuraban dentro de los elementos más comunes generadores de ansiedad.

Además, (Cox, 2007; pag 202) ha subrayado que la orientación de metas, la percepción de control y el perfeccionismo neurótico en los deportistas, contribuyen fuertemente a determinar las percepciones como generadoras de ansiedad o estrés.

Con relación a la ansiedad cognitiva precompetitiva (antes de la competencia), es común observar que esta comienza en un nivel relativamente elevado, manteniéndose estable a medida que se acerca el momento del evento. En cambio la ansiedad somática se mantiene bastante baja hasta aproximadamente 24 horas antes del evento y luego aumenta rápidamente a medida que el evento se aproxima. Ya comenzada la ejecución, disminuye la ansiedad somática mientras que la ansiedad cognitiva varia durante la competencia en función a las probabilidades de éxito o fracaso. (Fenz, 1975; Hardy y Patfitt, 1991; jones y cale, 1989; Jones, Swain y Cale, 1991; Martens y cols, 1990; Schedlowski y Tewes, 1992; Wiggins, 1998; citados por Cox, 2007).

Ansiedad somática.

La ansiedad somática habla de un componente complejo de respuestas autónomas. Cox (2007), genera una amplia variedad de posibles conductas físicas manifiestas que varían en intensidad:



§  Aumento en la respiración.
§  Confusión mental.
§  Diarrea.
§  Dispersión de la atención.
§  Distorsión de la voz.
§  Fatiga física.
§  Fatiga mental.
§  Inquietud irritabilidad.
§  Manos húmedas.
§  Molestias estomacales.
§  Nauseas.
§  Necesidad de orinar.
§  Pasar la lengua por los labios.
§  Ritmo cardiaco acelerado.
§  Sequedad en la boca.
§  Temblor.
§  Temblor en piernas.
§  Tensión en estómago.
§  Tensión muscular.



De modo similar, Ellis (2001), elabora una lista con síntomas típicos de la ansiedad para poder hacernos conscientes de su presencia en nuestro organismo:

§  Síntomas respiratorios.
Falta de respiración, respiración acelerada o superficial, jadeo presión el pecho, nudo en la garganta, sensaciones de ahogo y tartamudeo.

§  Reacciones cutáneas.
Sudor, picores, escalofríos y sonrojos.

§  Síntomas intestinales.
Pérdida del apetito, nauseas, molestias, dolor intestinal, vómitos.

§  Síntomas musculares.
Temblores, parpadeo involuntario, tics nerviosos, sobresaltos, dar vueltas de un lado a otro, flaqueo en las piernas, rigidez e insomnio.

Es preciso indicar que no todas las conductas de las listas anteriores se observarán en un deportista en un solo momento. Aún más, el hecho de que aparezcan algunos elementos en el funcionamiento autónomo de un deportista, no siempre revelará un estado alto de ansiedad.


A modo de conclusión y similar a como comentaron Jones y Hardy (1990 citado en Lorenzo, 2001), la competición deportiva puede generar gran ansiedad y a su vez puede afectar los procesos fisiológicos y cognitivos deteriorando la ejecución e impidiendo el nivel óptimo de actuación. De esta forma, la apreciación cognitiva de los retos de la competencia deportiva y la capacidad personal para enfrentarlos, dan lugar a las diversas respuestas de ansiedad en los deportistas.