Como muchos otros conceptos dentro de la psicología, se han realizado
diversas aportaciones para poder definir el concepto. Buceta (2004), considera
que “es un estado interno que implica un
conocimiento real de la dificultad del objetivo, de los recursos propios que
uno puede utilizar para conseguirlo y en función de todo ello, las
posibilidades realistas que uno tiene de lograrlo”.
De modo que el deportista que la posee conoce
aproximadamente sus posibilidades reales y dificultades que le facilitarán o
impedirán conseguir determinado objetivo, pero además, sabrá cuáles son las
conductas propias que debe de emplear para que las posibilidades favorables
existan y en caso contrario la forma de neutralizar las dificultades (Buceta,
2004).
Por otra parte Vealey (2001 citado en Weinberg y Gould,
2007), concluye que la autoconfianza es “la
creencia o el grado de seguridad que poseen los individuos sobre su capacidad
para ser exitosos en el deporte”.
En la teoría cognitiva-social de Bandura, se propone a la
autoconfianza como generadora de autoeficacia. Esta última se define como “la creencia en la propia habilidad para
organizar y ejecutar los cursos de acción necesarios para obtener determinados
logros” (Cox, 2007).
Bandura (1986 citado en Borkow, 1995), también comenta que la autoeficacia puede verse como el modo en el
que la gente juzga sus capacidades para organizar y ejecutar series de acción
que requieren el desempeño de ciertos tipos de actividad.
¿Por qué razones es importante esta
variable en el deporte?
Buceta (2004) ha manifestado la importancia de desarrollar
la autoconfianza en los deportistas, principalmente en jóvenes. Comenta que es
importante fortalecer su proceso formativo en dos aspectos:
1. Como deportistas. Debido a que la autoconfianza es la clave
para que progresen, sean capaces de afrontar satisfactoriamente las situaciones
más difíciles de las competiciones y sigan trabajando con la ilusión de
alcanzar metas ambiciosas.
2. Como personas. Debido a que confiar en uno mismo ayuda a
afrontar las demandas de la vida y contribuye a mejorar el autoconcepto y la
autoestima.
En cuanto a otras perspectivas, se encontró que existe una
relación positiva entre niveles altos de autoconfianza y el éxito en el
desempeño deportivo. Por ejemplo, Gould, Greenleaf, Lauer y Chung (1999)
hallaron que la confianza (eficacia) se encuentra entre los factores
principales que influenciaron el desempeño durante los juegos olímpicos de
Nagano. En este estudio, se entrevistaron a 63 de los máximos exponentes de un
amplio rango de deportes, de los cuales el 93% manifestó que tuvieron un gran
nivel de autoconfianza (Weinberg y Gould, 2007).
En otras publicaciones, además se manifiesta el énfasis en
la importancia de tener un buen grado de autoconfianza como habilidad
psicológica, la cual se vuelve determinante de la personalidad del individuo a
fines de optimizar el rendimiento. Por ejemplo, Estanqueiro (2006), menciona
además que la autoconfianza es una señal de autoestima y base de la motivación.
Es por tanto, una actitud que ejerce una influencia positiva en el desarrollo
personal y en relación con los otros.
Este autor también considera que una persona con
autoconfianza aprende a ver los problemas como desafíos y persiste a pesar de
los obstáculos, sabiendo que así podrá alcanzar sus objetivos.
Buceta (2004), comenta que un buen manejo de la práctica
deportiva puede favorecer que los deportistas confíen en sus recursos para
afrontar las demandas de los entrenamientos y las competiciones.
La autoconfianza se caracteriza por una alta expectativa de
éxito. Puede ayudar a los individuos a activar emociones positivas, estados
mentales como el optimismo, y así facilitar la concentración, establecer metas
adecuadas, aumentar el esfuerzo, focalizar sus estrategias de juego y mantener
el momento. En esencia la confianza puede influenciar las emociones, la
conducta y las cogniciones (Weinberg y Gould, 2007).
Tipos de autoconfianza.
La investigación de Vealey y Knight (2001, citado en
Weinberg y Gould, 2007), ha revelado que como muchos otros constructos de la
personalidad normal, la autoconfianza puede ser multidimensional y consiste en
varios aspectos: “confianza con respecto
a la capacidad física, las habilidades psicológicas y perceptivas,
adaptabilidad, condición física y nivel de entrenamiento, aprendizaje potencial
y toma de decisiones”.
Siguiendo la línea de multidimensionalidad de la
autoconfianza, se puede hablar por tanto de una autoconfianza específica
respecto a situaciones concretas y de una autoconfianza más general o global,
que indicaría el nivel de confianza en los propios recursos ante cualquier
situación conocida o novedosa (Buceta, 2004).
Cox (2007) ha propuesto una idea similar a la anterior.
Manifiesta que la autoconfianza general, es un rasgo o una disposición de la
personalidad la cual facilita la vida cotidiana, mientras que la autoconfianza
especifica se refiere a la confianza que se tiene el sujeto para creer que
podrá realizar con eficacia el movimiento o la acción requerida.
Siguiendo esta línea de pensamiento, Weinberg y Gould
(2007), mencionan que en esencia la autoconfianza podría ser algo que se siente
hoy y por tanto ser inestable, lo que hablaría de un “estado de autoconfianza”,
o podría ser parte de la persona y ser muy estable, lo que hablaría de una
“característica de rasgo de autoconfianza” (Weinberg y Gould, 2007).
Weinberg y Gould (2007) comentan que específicamente parece
haber varios tipos de autoconfianza dentro del deporte:
Falsa autoconfianza.
Se debe tener en cuenta este factor, porque en ocasiones los
deportistas parecen muy seguros y confiados en sí mismos, pero en realidad,
enmascaran un problema que posiblemente perjudique su funcionamiento.
Así podemos encontrar que cuando las manifestaciones son rígidas
y excesivamente optimistas en función de la realidad de los hechos, existe una disposición
mínima a contemplar otras alternativas y el deportista evita analizar posibles
dificultades, es muy probable que se esté tratando con una autoconfianza falsa.